Cuando La Fantasía Puede Ser Muy Diferente A La Realidad.
La práctica denominada “swinger” es el intercambio de parejas, y constituye una de las diferentes modalidades que existen de sexo en grupo. En las últimas décadas ha tomado un gran impulso, y así es como en casi todas las ciudades grandes e intermedias encontramos bares o discotecas para parejas que quieren conocer a otras parejas buscando cumplir esta fantasía. También han proliferado los sitios de internet y las revistas especializadas en este tema, así como libros y artículos que se pueden encontrar con facilidad.
La fantasía de ver a tu pareja con otra persona, o que tu pareja te vea a ti en un juego sexual con alguien, es bastante frecuente en realidad. Pero el paso a la práctica propiamente dicho no es tan común, más allá de que hoy en día el tema se puede conversar con más apertura y ya no es considerado en la mayoría de los casos como una “perversión”.
Cabe destacar que la esencia del swinger es compartir a la pareja estable, no a alguien con quien se tiene una relación circunstancial. Les resulta excitante observar el goce de él o de ella, en manos de alguien que puede ser desconocido o no (según cada fantasía). Y ese encuentro es puramente sexual, estando prohibido el acercamiento romántico o amoroso. Muchas personas opinan que si realmente amas a alguien, entonces no vas a realizar este tipo de intercambio. Quienes practican el swinger en cambio, lo viven como un acto de amor desprovisto de egoísmo. Consideran que el deseo no se mantiene ligado a la pareja con exclusividad, y una forma de expresar esa libertad es mediante una sexualidad que va más allá de los dos, pero a la vez permanece de alguna manera bajo su control.
Considerando que cada vez más parejas juegan con esta fantasía y piensan en la posibilidad de su concreción, me parece importante dejar en claro unas pautas para tomar la mejor decisión. Tiene que haber un ACUERDO sincero entre ambos, un verdadero convencimiento, y no acceder por presión externa. Además deben ser conscientes de que la escena imaginaria de la fantasía puede ser muy excitante… pero en la realidad no necesariamente ocurren esas sensaciones eróticas, y es posible que surjan emociones como los celos, la angustia, la envidia, la culpa…o hechos no previstos, por ejemplo que uno de los dos disfrute poco y el otro mucho. Es fundamental también que tengan reglas claras, y códigos que indiquen cómo van a actuar (por ejemplo retirándose) cuando ocurran determinadas cosas. Y siempre es bueno ir acercándose gradualmente a la realización de la fantasía: conocer el ambiente, ir a un bar, presenciar un intercambio… hasta que sientan que es lo que realmente desean.
Si no se sigues estas pautas, corres el riesgo de pasar un mal momento en el mejor de los casos, o quizás de dañar tu relación de manera profunda, incluso hasta el punto de la separación. Muchos pacientes en mi consulta me han planteado experiencias negativas en este sentido, y que fueron consecuencia de actuar por impulso. La práctica del swinger no es buena ni mala de por sí, simplemente es para algunas parejas y no para otras.
La fantasía de ver a tu pareja con otra persona, o que tu pareja te vea a ti en un juego sexual con alguien, es bastante frecuente en realidad. Pero el paso a la práctica propiamente dicho no es tan común, más allá de que hoy en día el tema se puede conversar con más apertura y ya no es considerado en la mayoría de los casos como una “perversión”.
Cabe destacar que la esencia del swinger es compartir a la pareja estable, no a alguien con quien se tiene una relación circunstancial. Les resulta excitante observar el goce de él o de ella, en manos de alguien que puede ser desconocido o no (según cada fantasía). Y ese encuentro es puramente sexual, estando prohibido el acercamiento romántico o amoroso. Muchas personas opinan que si realmente amas a alguien, entonces no vas a realizar este tipo de intercambio. Quienes practican el swinger en cambio, lo viven como un acto de amor desprovisto de egoísmo. Consideran que el deseo no se mantiene ligado a la pareja con exclusividad, y una forma de expresar esa libertad es mediante una sexualidad que va más allá de los dos, pero a la vez permanece de alguna manera bajo su control.
Considerando que cada vez más parejas juegan con esta fantasía y piensan en la posibilidad de su concreción, me parece importante dejar en claro unas pautas para tomar la mejor decisión. Tiene que haber un ACUERDO sincero entre ambos, un verdadero convencimiento, y no acceder por presión externa. Además deben ser conscientes de que la escena imaginaria de la fantasía puede ser muy excitante… pero en la realidad no necesariamente ocurren esas sensaciones eróticas, y es posible que surjan emociones como los celos, la angustia, la envidia, la culpa…o hechos no previstos, por ejemplo que uno de los dos disfrute poco y el otro mucho. Es fundamental también que tengan reglas claras, y códigos que indiquen cómo van a actuar (por ejemplo retirándose) cuando ocurran determinadas cosas. Y siempre es bueno ir acercándose gradualmente a la realización de la fantasía: conocer el ambiente, ir a un bar, presenciar un intercambio… hasta que sientan que es lo que realmente desean.
Si no se sigues estas pautas, corres el riesgo de pasar un mal momento en el mejor de los casos, o quizás de dañar tu relación de manera profunda, incluso hasta el punto de la separación. Muchos pacientes en mi consulta me han planteado experiencias negativas en este sentido, y que fueron consecuencia de actuar por impulso. La práctica del swinger no es buena ni mala de por sí, simplemente es para algunas parejas y no para otras.
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