Había un sacerdote judío llamado Zacarías, un hombre justo a los ojos de Dios al igual que su esposa Elisabet, ambos habían sido cuidadosos en obedecer los mandamientos del Señor, pero no habían podido tener hijos.> Cierto día, Zacarías se encontraba sirviendo en el templo cuando se le apareció un ángel. Al verlo, se llenó de temor, pero el ángel le dijo:
-¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa Elisabet, te dará un hijo y lo llamarás Juan.Tendrás gran gozo y alegría, muchos se alegrarán de su nacimiento, porque él será grande ante los ojos del Señor. Hará que muchos israelitas vuelvan a Dios. Será un hombre con el espíritu y el poder de Elías; preparará a la gente para la venida del Señor.
Zacarías dijo:- ¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto? Ya soy muy anciano y mi esposa también es de edad avanzada. Entonces el ángel le respondió: -¡Yo soy Gabriel! Estoy en la presencia misma de Dios. ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia! Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo.Cuando Zacarías terminó su semana de servicio en el templo, regresó a su casa. Poco tiempo después, su esposa Elisabet quedó embarazada.
¡Qué bondadoso es el Señor! -exclamó ella-. Me ha quitado la vergüenza de no tener hijos.
Una vez más comprobamos, que nada es imposible para Dios (Lucas 1:37) y que Él cumple todo lo que promete. Esta historia también nos enseña que debemos creer en su Palabra y no dudar, porque Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Todas sus promesas son dignas de confianza.
Si Dios te dio un sueño o puso un anhelo en tu corazón, es porque sabe que podrás dar testimonio de su amor, fidelidad y poder a través de él, además que honrarás su nombre. No renuncies a lo que más anhelas y amas, sigue orando y clamando por tu milagro, hasta obtenerlo; tienes un Dios Todopoderoso y si Él está de tu lado, todo es posible.
La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver. Hebreos 11:3 (NTV)
Cuando Dios toca tu corazón, tu vida cambia pero cuando tú tocas su corazón, los milagros suceden.
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