Después que el agua del arroyo de Querit se había secado, Dios le dijo a Elías que se fuera a Sarepta y que se quedara a vivir ahí, que le había ordenado a una viuda que lo alimentara. Cuando él llegó a esa ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: -Por favor, tráeme un poco de agua en un vaso. Cuando iba a traérselo, él le pidió también un poco de pan, pero ella le dijo: -Te juro por Dios que no tengo pan. Sólo tengo un poco de harina en una jarra y un poco de aceite en una botella. Ahora estoy juntando leña para ver qué preparo para mi hijo y para mí. Después de comer probablemente moriremos de hambre, pues ya no tenemos más comida.
Entonces Elías le contestó:-No tengas miedo. Ve y haz lo que has dicho. Pero primero cocina un pequeño pan para mí y tráemelo. Después prepara pan para ti y para tu hijo, pues el Dios de Israel dijo que no se terminará la harina que está en la jarra ni el aceite que tienes en la botella hasta que Él haga llover otra vez.
La mujer fue e hizo lo que Elías le dijo, los tres tuvieron comida durante muchos días. Ni la harina ni el aceite se acabaron. Así se cumplió lo que Dios había dicho por medio del profeta.
Pocos días después, su hijo se enfermó. Su enfermedad era tan grave que dejó de respirar. Entonces ella le dijo a Elías: -Profeta, ¿qué tienes en mi contra? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a castigarme con la muerte de mi hijo?
Entonces él le contestó: -Dame a tu hijo.
Elías tomó al niño del regazo de la viuda, lo llevó a su propia habitación y lo acostó sobre su cama. Luego le rogó a Dios en voz alta diciendo: Dios mío, ¿cómo puedes traer tal desgracia sobre esta viuda que me recibió en su casa? ¡No dejes morir a su hijo!
Luego de haber dicho esto, Elías se tendió tres veces sobre el cuerpo del niño y en voz alta rogó a Dios: ¡Dios mío, Dios mío, devuélvele la vida a este niño!.D
ios escuchó su oración y el niño volvió a vivir. Entonces Elías lo tomó y se lo entregó a su madre y le dijo: -Mira, tu hijo vive. La mujer le contestó: -Ahora sé que de veras eres profeta de Dios y que tus mensajes vienen de Él.
Esta historia nos deja dos enseñanzas muy lindas:
- La primera es la obediencia de ésta mujer, quien hizo lo que Dios le dijo a través de las palabras de Elías, el resultado fue la provisión de alimento no solo para ella, sino también para su hijo y el profeta.
- La segunda es que no todas las veces, las cosas saldrán como nosotros quisiéramos, pero sí se darán conforme a los planes de Dios, razón por la cual siempre debemos confiar en Él y en su Palabra; porque ni una hoja se cae sino está en su voluntad. Todo lo que Él permite que pasemos siempre nos enseña a ser más agradecidos por todo lo que tenemos y a valorar más nuestra vida, familia, amigos, salud, trabajo, etc.
Pero los que me hagan caso vivirán tranquilos y en paz, no tendrán miedo del mal. Proverbios 1:33 (TLA)
Si nosotros obedecemos a Dios, Él siempre nos bendecirá y nos dará más de lo que podemos imaginar.
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